Un objeto cualquiera, abandonado, es causa de desorden. Si quiere que su hogar resulte armonioso, apacible, impóngase esta disciplina: orden. El orden es estético y, a la vez, ahorra mucho tiempo y evita la irritación de tener que estar siempre buscando una cosa.
¡Atención! Ordenar, no significa amontonar los objetos a capricho dentro de un armario, sino dar a cada cual un sitio determinado y conservarlo.
"Un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio", dice el refrán, nunca tan cierto como hoy. Decoradores e industriales, se han interesado por el problema del orden, y existe una gran diversidad de modelos, adaptados a cada caso, a cada objeto que haya que ordenar; grandes armarios, totalmente empotrados, equipados para guardar objetos diversos; elementos separados que pueden combinarse según las necesidades. Asimismo existen elementos de ordenación interna, adaptables a una alacena, al cuarto de los trastos, a un armario antiguo: cuerpos de cajones, casilleros de madera, de materia plástica y accesorios que permiten el máximo de divisiones: anaqueles, barras, bolsas, etcétera.
Ordenar significa, ante todo, clasificar. Si la naturaleza de los objetos, determina su "modo" de ordenación, su frecuencia de utilización específica la "zona" de la ordenación.
La mejor zona de ordenación, la más directamente accesible a la vista y a la mano, se halla comprendida entre 80 y 180 centímetros del suelo; en dicha zona distribuirá los objetos de uso frecuente. De 50 a 85 cm del suelo, cajones o compartimentos de puertas correderas que permitan distinguir cómodamente objetos que serían poco visibles sobre estantes fijos.
Por debajo de los 50 cm colocará los objetos pesados; por encima de 180 cm las cosas de uso poco frecuente: vestidos que no son de temporada, limpios y cuidadosamente empaquetados, equipos especiales, maletas.
Y, ¿dónde situará los elementos de ordenación? Por de pronto, piense en recuperar todo el espacio posible; nunca hay bastante. Adapte los rincones, un fondo de un pasillo, un arranque de escalera, el revés de una puerta de servicio; transforme en armario el volumen recuperado por la supresión de una puerta, por la creación de un falso techo.
Siempre le resultará fácil armonizar las superficies exteriores de un conjunto de ordenación con el estilo de su habitación, ya sea mediante la elección de la madera, ya sea con un revestimiento de papel pintado, de una ampliación fotográfica o, más sencillamente, pintándolas como el resto de la estancia.
En la medida que le sea posible, elija para cada objeto un sitio cercano al de su utilización: trapos, en la cocina; toallas, en el cuarto de baño; sábanas, en el dormitorio; vajilla, cerca del rincón-comedor. De este modo evitará muchos paseos inútiles.
Una vez que haya determinado el sitio, la zona y el modo de ordenar las cosas, podrá ya guardar, es decir: alojar un máximo de objetos en un espacio mínimo.
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