Si nuestra época, tal vez como ninguna otra, multiplica los estudios, las revistas, los sitios sobre el arreglo de las viviendas, es porque se trata de una verdadera evolución de nuestra civilización: se vive menos en casa, pero se vive mejor, con más comodidad.
En las ciudades, la falta de espacio vital, los obstáculos al buen equilibrio nervioso, tales como el ruido y el hacinamiento, han llevado a los arquitectos y a los decoradores a sacar partido de locales que nadie, en otros tiempos, habría imaginado que pudiesen ser utilizados como vivienda. Se encuentra así el modo, no sólo de recuperar, sino de hacer atractivos los sitios más ingratos, desde el tórrido o glacial altillo, hasta las plantas bajas y oscuras.
En el campo, los graneros van siendo adaptados para vivienda, los viejos retretes se transforman en cuartos de baño... Por lo tanto nunca hay motivo de desesperación ante la vivienda que le haya tocado en suerte. Con este objeto hemos multiplicado los planos, para que pueda ver cómo sacar provecho de todas las superficies.
El atractivo de una vivienda depende, ante todo, de su organización y de su comodidad. Ésta no debe ser considerada como un lujo; tanto si reside en la ciudad como en el campo, tiene que esforzarse por llevar una existencia dentro de las mejores condiciones, ya que de ellas dependen en gran parte su feliz equilibrio y el de los suyos.
Asimismo, querrá que esa vivienda cómoda y práctica esté bien amueblada, decorada con gusto; deseará crear en ella un ambiente personal... vacilará ante todas las soluciones que se le brinden... Antes de tomar una decisión, infórmese, mire, compare, aprenda si no ha aprendido ya, a distinguir los estilos de los muebles y de los objetos que nos ha legado el pasado. Los sitios especializados, la visita a los museos, le iniciarán en este conocimiento. Un mueble es algo así como una página de historia que revela el estilo de vida de una época.
Aprenda también a discriminar, entre los muebles actuales, aquellos que son de calidad. Adaptados a nuestra vida moderna, cuentan más por su materia y por su volumen, que por los detalles decorativos.
Pero, para utilizar estos conocimientos y sacar de ellos el mejor partido posible, conviene ante todo aprender a conocer los materiales, a utilizar los colores, a evaluar proporciones, a equilibrar y repartir volúmenes —esto es, saber donde conviene colocar un mueble o dejar un vacío—; conocimientos sin los que no se sabrían apreciar en todo su valor las cosas más hermosas.
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