No compre en bloque un salón, un comedor, un dormitorio. Corre el riesgo de que su hogar se parezca al catálogo de un fabricante de muebles. Sobre todo, no insista en un estilo de muebles determinado, antes de conocer el marco en el que va a colocarlos. Unos muebles antiguos en un marco moderno pueden realzar su valor; por el contrario, todo un mobiliario moderno de lineas escuetas desentonará en una habitación que ha conservado sus molduras y, en el techo, sus complicados adornos de escayola.
Escoja mueble tras mueble, busque entre ellos ciertas afinidades que tiendan a formar conjuntos afortunados, descubra, día a día, cada elemento, testigo de su vida. Además, el estilo de su hogar, por definido que sea,
no tiene porqué obedecer a un rigor, y tal mueble de familia, tal butacón recubierto de un tejido actual, no provocará ninguno de esos interiores "revueltos".
Si mezcla lo antiguo y lo moderno, busque, ya sean relaciones de línea y material, ya sean contrastes. Por ejemplo, un arcón barroco y un canapé de lineas claras. El combinar los estilos no es un defecto; pero sí lo es, y grave, el no respetar las proporciones armoniosas entre los muebles y la habitación donde estén instalados.
Recuerde, también, que nuestra manera da vivir actual no se adapta a reproducciones costosas y frágiles, al mobiliario de "época". Es totalmente ilógico vivir dentro de un marco del siglo XVII o del XVIII; su casa no debe convertirse en un museo... No obstante, esto no impide la inclusión de ciertos muebles auténticos; pero... ¡mucho cuidado! todas las épocas han tenido sus errores y sus obras maestras: un objeto antiguo no es a la fuerza sello de distinción, ni un mueble moderno, frío e impersonal. La elección resulta difícil, pero no deja de ser apasionante.
Ante todo, evite el llevar a su casa muebles sin estilo, o malas copias.
0 comentarios:
Publicar un comentario